Algunas veces pensamos en que nuestra vida no tiene sentido, incluso que lo que vivimos tampoco lo tiene y menos aún lo que vemos en el mundo.

De pronto si vemos las circunstancias de la vida separadamente, es posible que no percibamos ningún sentido. Comprender que todos tenemos habilidades y talentos valiosos para nuestra misión en esta vida.
Pero cuando vemos nuestra vida desde un punto de vista diferente, desde la experiencia que condujo a juntar los hechos y sus relaciones, nos damos cuenta de que todo tiene un para qué.
Que lo que vivimos de manera angustiosa y vacilante en otro momento, hoy se levanta ante nuestros ojos y muestra su mejor cara.
¿Qué fue eso que vivimos tan dolorosamente?, lo que ahora nos permite darle una mirada más profunda a nuestras experiencias y a descubrir en ellas la vida misma, latiente, vibrante y seductora.
Somos los héroes de una película en la que a pesar de todo lo ocurrido, siempre saldremos victoriosos, pues habremos aprendido de todo cuanto aconteció, de sí mismos y de lo que en el futuro con seguridad haremos mejor o por lo menos diferente.
Sobretodo habremos aprendido que las diversas circunstancias y situaciones no tienen sentido por sí mismas, encontraremos que lo tienen porque somos nosotros los que se lo conferimos.
Que nosotros somos los que le damos ese regalo a todo cuanto existe, un regalo que nos hace los Dioses de nuestro universo, que nos hace amos y señores de nuestra vivencias únicas e irrepetibles.

Por pequeña que sea, la cosa, la experiencia o la circunstancia, siempre tendrá un sentido para mí, porque soy yo quien le confiere el sentido y nadie más que yo.

Escrito por: Jeannette Romero

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