Un niño es tan auténtico, tan lleno de alegría, de vivacidad, de curiosidad.
Un niño no tiene ningún reparo en solicitar lo que quiere, en expresar lo que no le gusta, en ir hacia donde desea sin temor.
Tampoco siente timidez de hablar con quién le apetece o de sonreír sin un porque o un para qué.
Es lo que él es. Él es libre.
Podemos cuando deseemos manifestar esa naturaleza infantil, pues la llevamos dentro de cada uno de nosotros, esperando a que le permitamos participar de esta vida en ti, en mí, en todos.
Escrito por: Jeannette Romero